El carbono 14 le otorga una antigüedad de alrededor de 300 años.
Fuente: Desde Monegros (www.desdemonegros.com)
La prueba del carbono 14 ha desvelado que las gaitas de boto de las localidades de Robres y Bestué tienen más de 300 años de antigüedad. La primera ya puede presumir de ser la más antigua de Aragón, ya que los resultados indican que fue construida entre 1680 y 1730, y la segunda, tan solo unos 50 años después. La datación es importante. De hecho, son las primeras a las que se pone fecha en la Comunidad, confirmando que se trata de un instrumento de larga tradición, a la altura de algunos de los más antiguos que se conservan en Galicia.
Hasta ahora, la documentación existente era muy escasa y no permitía ir mucho más allá de mediados del siglo XIX, a excepción de algunos documentos anteriores -el más antiguo es de 1619- sobre el pago a gaiteros contratados para animar las fiestas. No obstante, son textos muy escuetos y sin detalles sobre el instrumento, según explica uno de sus principales estudiosos, el gaitero y profesor aragonés Mario Gros. Por ello, en su opinión, lo más importante de esta datación es que «por fin disponemos de un dato objetivo que confirma que nuestras intuiciones y nuestros estudios iban por buen camino, es decir, que efectivamente la gaita de boto es un instrumento con una larguísima historia en Aragón y además, no es un instrumento de fortuna, azaroso o casual, sino que es protagonista musical de un rico contexto que debemos seguir estudiando», indica.
«Al igual que sucede con otros aspectos de la cultura popular, la documentación existente es muy escasa. No hay textos que describan con precisión estos instrumentos. Tampoco existe iconografía. De hecho, de no ser por su existencia física, y por el abundante repertorio vinculado a la gaita y al dance, podríamos pensar que nunca existieron», añade Gros, al tratar de explicar la importancia de la datación de estas gaitas, que, en su opinión, deben ayudarnos a «respetar y admirar el trabajo de nuestros antepasados».
La idea de someter las gaitas de Robres y Bestué a la prueba del carbono 14 se fraguó durante unas jornadas centradas en la caña musical y organizadas el pasado mes de marzo en La Puebla de Híjar. Dentro del programa, se incluyó la participación de un conocido investigador, profesor y lutier gallego, Pablo Carpintero, que realizó un estudio detallado de ambas gaitas. El investigador ha desarrollado un método matemático dirigido a calcular el tiempo de uso de los instrumentos en función del desgaste de los agujeros del tubo melódico o clarín. Tras ponerlo a prueba con éxito en Galicia, donde comprobó su eficacia a través del carbono 14, ha podido volver a confirmar su validez en Aragón, aunque solo con una de ellas, la de Robres, ya que el clarín de la gaita de Bestué está forrado de piel de culebra y por lo tanto, impide medir el desgaste de los agujeros.
Analizando el desgaste del apoyo del pulgar derecho, el lutier gallego calculó que la gaita de Robres, que perteneció a los hermanos Domingo y Francisco Becana, activos hasta 1820, había estado en uso alrededor de 120 años. A ellos, todavía era necesario sumar los casi 200 que permaneció oculta y por lo tanto, muda y en desuso en un granero de la casa familiar hasta su hallazgo en 1986. El cálculo final arrojaba una antigüedad aproximada de más de 300 años, justo lo que ha revelado la prueba del carbono 14, que ha sido realizada en un laboratorio de Miami, a través de una muestra de la madera del clarín del instrumento. En concreto, el informe la data entre los años 1680 y 1730, lo que es «una barbaridad, ya que nos sitúa en un entorno musical muy distinto al nuestro, entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, con una estética musical modal», indica Gros. La muestra obtenida de la gaita de Bestué, que perteneció al último gaitero del Sobrarbe, Juan Cazcarra, y que es propiedad del Ayuntamiento de Aínsa, también fue analizada en el mismo laboratorio, dando un resultado muy similar, al situarla tan solo unos 50 años después.
Tras esta datación, el investigador, que fue fundador del grupo Biella Nuei y en la actualidad, es profesor de gaita de boto aragonesa, también cree necesario «replantearse la forma en la que debemos conservar e integrar en el presente un instrumento de más de 300 años». Las gaitas de boto actuales, que fueron recuperadas a finales de los años 80, pueden utilizar dos clarines o tubos melódicos, uno con una escala moderna, lo que le permite acoplarse a cualquier otro instrumento como el piano, el acordeón o la guitarra, y otro con su escala original, que produce «una sonoridad atractiva, pero exótica, extraña a nuestros oídos que puede funcionar muy bien en solitario». «Ahora, y una vez atestiguada su originalidad, puede ser el momento para abogar por el uso de este último en determinados contextos», indica Gros. Por ejemplo, cuando se interpreta sin acompañamiento de otros instrumentos junto al dance o en los denominados cantos a son de gaita.
Mario Gros, Martín Blecua o Pedro Mir son algunos de los nombres propios que están detrás de la recuperación y difusión de la gaita de boto aragonesa. Las actuales son réplicas de las utilizadas por algunos de los últimos gaiteros en activo, entre ellos, los de Bestué, Juan Cazcarra; La Almolda, Cristóbal Facelto; o los de Sariñena, Vicente Capitán y Juan Mir. Probablemente, muchas de sus gaitas o, al menos, algunas de sus piezas tengan una antigüedad similar a las dos ya datadas. O, en todo caso, ya se puede afirmar que corresponden a un modelo de entre finales del siglo XVII y principios del XVIII.
cat: Cultura, vaobulcary: 3405956