Su actuación tendrá lugar dentro del ciclo 'Otoño Vivo'.
Robres mantiene su apuesta por el arte. A través del ciclo ‘Otoño Vivo’, este fin de semana ofrece la posibilidad de disfrutar del espectáculo del único cartomago de Aragón, Mariano Lavida, que ha retomado el contacto con el público tras un largo parón y además, ha renovado su misión de acercar esta disciplina artística al mundo rural. Dirigida a un público familiar, la actividad tendrá lugar este próximo sábado, a las 19.30 horas, en el salón municipal. El coste de la entrada es de 5 euros.
Será la segunda visita del artista a la localidad de Robres, donde ya estuvo en su etapa anterior, antes de tomar la decisión de poner en pausa su carrera y trasladarse a un pequeño rincón casi virgen del Pirineo aragonés. Al poco de iniciarse como mago profesional, y con tan solo 24 años, Lavida fue fichado por Mediaset, lo que le llevó a convertirse en protagonista de un programa de televisión en ‘Boing’ y ser llevado de gira por las principales ciudades de España. De forma literal, pasó del anonimato -se ganaba la vida actuando en las calles de Madrid- a la fama. Y todo «sin ni siquiera haberlo soñado antes», explica.
«Necesitaba hacer ese parón. No era el momento de vivir mi carrera artística a esa velocidad. Todo iba demasiado rápido y tomé la decisión de parar. Tenía la intuición de que una parte de uno mismo debe conocerse en silencio y soledad. Y eso fue lo que hice», señala. Su primer refugio lo encontró en el valle de Aísa (La Jacetania). Allí alquiló una vivienda a un pastor trashumante, del que, según explica, aprendió valiosas lecciones, entre ellas, la importancia de «empaparse del momento presente», es decir, del aquí y del ahora, una forma de ser y estar que aplica en sus nuevos espectáculos.
A lo largo de su retiro, que se alargó cuatro años, pasó por otros tres puntos geográficos, uno de ellos cerca del mar, moldeando la persona que siempre quiso ser, desde el autoconocimiento y el estudio de diferentes disciplinas: filosofía, ciencia, historia… «Soy un niño rata desde que tengo uso de razón. En la escuela, cuando nos mandaron leer El Quijote, yo ya me lo había leído dos veces», dice.
De los 10 a los 20 años, probó todo tipo de disciplinas artistas, del circo a la literatura o la música, quedándose finalmente con la magia, al tratarse «del único lenguaje artístico de lo imposible». De hecho, y en contra de lo que se puede pensar, Lavida sostiene que «la magia es para los adultos», que, frente a los niños, han perdido la capacidad de asombrarse, al creer que saben y controlan todo, hasta que «viven el milagro de lo imposible, es decir, la carta que se transforma ante sus ojos». «La literatura, el teatro, el circo… te animan a entrar en la ficción, y lo haces sabiendo que es una ficción, pero la magia es algo tan de ficción, una realidad tan viva, que la vives de verdad, hasta el punto de llevarte a la experiencia de lo imposible», explica.
Lavida -considerado el Tamariz aragonés- cree en la magia cercana y potente, y por ello, ha elegido la más sencilla y, al mismo tiempo, la más compleja de desarrollar, la cartomagia, que carece de elementos creados para el fin de ilusionar y que obliga a jugar con el momento presente. Apuesta por el cuerpo a cuerpo con el público, creando corro y compartiendo espacio. «Mi magia es clara y pura, sin artificios, con el fin de que te lleve de cabeza al asombro absoluto», dice. Y lo consigue. Basta con bucear en la red y ver algunos de sus vídeos.
Sus espectáculos son más que un simple show, ya que entiende «el arte como una forma de comunicar y explorar la condición humana», explica. A través de los mismos, y sin necesidad de llegar a verbalizar todo lo que transmite, comparte su filosofía de vida e irradia felicidad, recordándonos que seguimos vivos, que solo tenemos la ciencia como verdad y la ilusión como manera de contemplar el mundo.
Lavida ha dedicado años a estudiar el funcionamiento de la mente humana, a través de diferentes disciplinas, desde la biología hasta la meditación, incluyendo intensas experiencias personales, entre ellas, irse a vivir un año en absoluta soledad. «Mis espectáculos no son un simple entretenimiento. Se trata de un potente juego mental, al que me entregó al 100%, con el fin de que todo suceda y parezca que ocurre sin esfuerzo», apostilla.
Y para ello, también se necesita de una técnica muy depurada, con el fin de hacerla invisible a los ojos del espectador. «La clave está en que ni siquiera llegue a sospechar de su existencia y por lo tanto, acepte lo que ve como una realidad, sin pensar que vive una ficción», indica. «El primer truco del mago es la desaparición de su propia técnica», apostilla.
Aunque ha vuelto a los escenarios, Lavida, natural de Alagón, se mantiene entre las montañas del Pirineo, donde se construyó su propia casa, La Atalaya del Engaño. Allí vive, estudia y crea, saliendo cada vez con más frecuencia, para reencontrase con el público y trabajar en nuevos proyectos. Dentro de sus planes, se incluye la vuelta a la televisión.
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